PERCEPCIONES DE UNA CIUDAD ENREJADA
Actualizado: 22 mar 2022
Algunas ciudades del mundo se encuentran atravesando procesos de transformación en su vida urbana, en parte por la pérdida de espacios públicos tras operaciones desarrolladas por los estados municipales. La restricción de usos derivada de ello conduce a una pérdida de pertenencia y empoderamiento por parte de los ciudadanos.
Si tomamos como idea de partida que los espacios públicos son el espacio donde se establecen y desarrollan las relaciones sociales, dependiendo de cómo se configuren y vinculen con los demás elementos de la ciudad, la incorporación de elementos de cierre y control sobre ellos puede alterarlos significativamente y modificar los modos de comprender el paisaje urbano y sus relaciones.
El simple hecho de cerrar un espacio público mediante una reja puede ser utilizado como un signo por parte del estado, buscando transmitir un falso mensaje de seguridad y control. Este acto despoja a esos lugares de su condición primordial de libre uso y apropiación cotidiana, al intervenir directamente sobre su apertura y disponibilidad a la comunidad, sobre el fluir por las calles, y la indefinición de sus límites. Se convierten así en espacios anónimos, administrados por alguna entidad invisible que abre o cierra las puertas, imponiéndonos nociones de limitación espacial y dejándonos ver lo que pasa, al mismo tiempo que nos establece un estar adentro y un estar afuera claramente diferenciados.
TEATRO ARGENTINO, CIUDAD DE LA PLATA – JUAN PABLO MILLAN
Desde el lado de afuera, la sucesión de los barrotes que componen la reja rápidamente se convierten en un muro que nos impide participar, al menos con una mirada, de lo que sucede en ese adentro confuso, dejando como única alternativa caminar; una tensión hacia delante sin la oportunidad de encontrar un lugar para hacer una pausa, sólo seguir en la misma dirección. Si nos detenemos, veremos al otro lado grandes superficies de espacio anónimo y desértico, que supuestamente pretende invitarnos a pasar por alguna recóndita puerta.
Al encontrar alguna de esas puertas si está abierta, podemos ingresar en ese gran escenario estático, contenido y controlado, limitado y estancado por una barrera que le impide fundirse con el resto de la ciudad; el lugar público pierde su personalidad, cayendo en un anonimato producto de su forzado nuevo carácter introvertido. Desde ahí dentro sólo nos queda contemplar el ir y venir de cientos de personas, en uno y otro sentido.
TEATRO ARGENTINO, CIUDAD DE LA PLATA – JUAN PABLO MILLAN
Las ciudades, y los ciudadanos, deben recuperar sus espacios públicos aptos para la participación y recreación en su máxima expresión: libres, abiertos y accesibles a la totalidad de la comunidad; mixtos, híbridos, lugares de intercambio, que no estén gobernados por la desconfianza sino por la inclusión, retomando su valor central en la construcción del desarrollo urbano.
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